
Xaviera hollander, penthouse letters, noviembre de 1988
¿Eran, puesto que, ciertas todas sus fabulas? ¿Podía un bravucón de la peor especie como ser amado vehementemente por bellezas que quitan el aliento? ¿Podía ser cierto que vivía día tras día fantasías sexuales sobre las que la mayoría de los hombres no se atrevían ni a soñar?