
Mis pechos y mi trasero, exuberantes, me transforman en una mujer de una sensualidad arrebatadora
Y la ranita seguía nadando apuradísima, aparte de la sofocación de que su compañera se había muerto, mas persistió hasta que logró batir la leche haciéndola mantequilla, cuando tenía una base sólida la ranita descansó un poco, tomó fuerzas, saltó hasta el borde del balde y se salvó.